EL INGENIERO RODOLFO HERNANDEZ

Por Carlos Plaza

El modo asombroso como crece la candidatura de Rodolfo Hernández a la presidencia solo es comparable con el crecimiento de la indignación de los colombianos al conocer nuevos hechos de corrupción, pues hasta ahora la impunidad es la ley. Esa rabia se transforma en resignación para sobrevivir hasta el próximo escándalo pues hasta ahora la certeza generalizada es que “nada pasa”. 

Hernández, es un Ingeniero Civil que durante 51 años se dedico a hacer empresa y con habilidad, sacrificio y dedicación ha acumulado una fortuna que el manifiesta asciende a cien millones de dólares. Es un santandereano impulsivo, franco y valiente que se ha lanzado solo contra los hábitos tramposos de una clase polítiquera que mayoritariamente ha gobernado a Colombia y como prueba de que lo que dice lo puede realizar, muestra su desempeño en la alcaldía de Bucaramanga con cifras y resultados corroborables.

Todos los candidatos han sido sorprendidos por este señor que pronto cumplirá 77 años, los aventaja con solvencia en la mayoría de los campos. No entienden de donde apareció semejante personaje que no quiere hacer alianzas, que llama las cosas por su nombre y que con humildad reconoce errores que ha cometido. Es de humanos errar y yo soy humano, confiesa.

Gobernar en Colombia se ha reducido a repartir puestos y repartir nuestros impuestos en contratos, donde el presidente es el repartidor de la torta, dando pedazos a cada grupo. Esa distorsión trae como consecuencia; la pobreza, el hambre, la miseria, la violencia, la inseguridad y seis millones de colombianos buscando oportunidades en el exterior que no encontramos dentro del territorio: eso es una infamia. 

Rodolfo Hernández plantea una solución simple: esa robadera es la causa y yo tengo el carácter, la experiencia y la determinación para acabarla. ¿Como? Quitándole la chequera a los ladrones. Eso ya lo hice en Bucaramanga, ha repetido en cada entrevista. De ahí su compromiso: No robar, no mentir, no traicionar y cero impunidad.  El estado de postración nacional lo compara con un paciente desangrándose, llegando a urgencias. La orden de los médicos es: ¡estabilícenlo primero! ¡En el caso del país sería paren la robadera primero!  Y va más allá explicando formas de estimular el trabajo, el campo y las actividades productivas que generen riqueza y empleo son sus prioridades. Su planteamiento termina con un: creemos riqueza y protejamos la producción nacional.

En palabras del escritor y columnista William Ospina muestra que “Rodolfo Hernández ha dicho una verdad universal que aquí a los poderosos le suena a blasfemia: que hay que poner dinero en el bolsillo de los pobres para que muevan la economía. Ha dicho una verdad que les tiene que doler mucho a los Gavirias y a los Pastranas, a los Santos y a los Uribes, que los gobiernos colombianos han entregado la economía del país por un plato de lentejas: sacrificaron el campo, sacrificaron la industria, vendieron los bienes públicos que eran fruto del trabajo de millones de personas honradas, y fueron construyendo un Estado mafioso, irresponsable y extorsionista, lleno de políticos ladrones, que se lo traga todo, los impuestos, el IVA, los peajes, las multas, para sostener una burocracia insaciable, y que por eso la plata no solo no alcanza sino que el déficit crece, de Santos en Santos y de Duque en Duque.”

Lejos de utilizar el estado para ejecutar venganzas personales, Rodolfo Hernández, quien sufrió los secuestros de su padre y el de su hija quien finalmente nunca apareció, dice que se sentara con todos los actores armados para sellar una paz práctica, rápida y de negociación económica. Frente a Venezuela dice que reactivara los consulados y las relaciones bilaterales; siempre pensando en el colombiano que vive allá y que padece la ausencia eterna de un estado lejano.

Frente al proceso de paz con las FARC, dice que cumplirá los acuerdos y que apoyara la JEP, y agrega que “el que no quiera acudir a ella es porque no quiere decir la verdad”. Ha tenido el valor de decir que le va a cortar el copete a los privilegios de los militares, algo de lo que no se atreve a hablar aquí ni la izquierda más temeraria. Los orientadores de la opinión publica muchos de ellos mas atentos a las formas que al fondo, manifiestan que las soluciones nunca han sido simples, que Colombia es un país violento por naturaleza y que nuestro destino es perder o empatar, pero nunca ganar, mientras Rodolfo contradice a todos afirmando que solo hay que saber sumar y restar.

Pero el Ingeniero Hernández ha ido mas lejos que todos, se ha atrevido a decirle con franqueza al embajador de los Estados Unidos en su propia oficina, que para solucionar el problema de la droga hay que cambiar el enfoque de guerra a un problema de salud pública. Nunca un candidato con posibilidades de ganar la presidencia había hablado tan claro y alto, solo Juan Manuel Santos siendo presidente activo lo dijo. 

Esos tiempos en que todos planteaban soluciones complicadas que dan la impresión de utilizar sus discursos más para ocultar que para explicar están empezando a cambiar. Hoy tenemos un candidato, que después de escucharlo nos deja esperanza y certeza de que hay alguien que atacara las causas y no las consecuencias por eso hay un número creciente de colombianos que caminaremos el día de la votación con la confianza de que ese alguien está ahí, que es de carne y hueso que existe, que está aspirando a ser presidente de Colombia que dará la lucha por nosotros todos y que se llama Rodolfo Hernández.

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